nada más que llamas y fuegos y azotes y fu- rias y sangres, y hambres y las pestes y las lepras, porque el final de estos tiempos es cer- cano, y no habrá dónde ocultarse; he aquí que yo, que Le he visto, traigo un testimonio ne- gro. y nada más. Y he aquí, yo digo: La verdad vace abierta a quien pudo ver y Jeer y quiso saber, en todos los escritos honra- dos por el hombre, y las memorias de la espe- cie, pagadas con la sangre de incontables cor- deros en el río de los siglos, dicen lo que es, ha sido y será tal y como lo que es, ha sido y será, y ni un gránulo de dolor es sobrado ni faltan- te, y ni una gota de alegría ha faltado ni fue olvidada; los esfuerzos y los combates de los hombres han sido relatados en los libros santos de los hombres en los cubiertos de oro y mirra y en los amados con humildad y sencillez, en los que han sido testimonio honrado y honesto de les limpios de corazón, en los que han ilu- minado a los que creyeron y vertieron su san- gre por la libertad de creer; los quemados, los destruidos, los despedazados, los crucificados, los enloquecidos, los torturados, los muertos y matados porque leyeron y creyeron, yo digo. han muerto en la Verdad, porque El es, y a El entrevieron. Mas su sangre se vertió en vano, y su dolor se perdió en los libros honrados por el hombre y su grito se agostó como la hoja del árbol que escapa de su rama para volar en el viento tras las puertas del cielo y se quema y desciende y muere en silencio como el polvo de que están hechas las arenas de la orilla del mar. Y así co- mo la espuma del mar lengiietea por los siglos de los siglos entregando y robando el polvo de las arenas, jugando sin motivo y sin razón, así se repetirán las muertes de los corderos que en los libros sagrados del hombre han entrevisto a El. Porque nada tiene principio ni fin y jue- gan las luces y las sombras en los espejismos del Universo. Y, he aquí. Yo creo en Dios. Y yo digo: Aquellos que adoptaron las palabras de los libros santos de los hombres, y llevaron consi- go el mensaje de los libros santos y transmitie- ron los relámpagos de sabiduría para consuelo de sus hermanos, hicieron en la Verdad, y todo sendero ha sido, es y será hollado, y toda pala- bra provocará mártires y verdugos, y en la senda de los portadores de la palabra verdade- ra volverán las madres a llerar sus niños, vol- verán los hombres a beber dolor y pena y an- gustia, y volverán los que honran la especie a avivar las llamas hasta cubrir el cielo, asesinar las aguas claras hasta hacerlas veneno, lacerar las carnes humanas hasta alcanzar el día en que parecerán estériles. Pero la palabra de los libros santos volverá al silencio, y la huella de sangre y de fuego y de pestes cicatrizará, y un pájaro nuevo cantará en la llanura, cuando la 31