De la pluma de T AA O “Habíamos hablado de la necesi- dad de crear la pedagogía nacio- nal, es decir de una pedagogía nuestra, medida a nuestras fuer- zas, de acuerdo con nuestras cos- tumbres, conforme a muestras naturales tendencias y gustos y en armonía con nuestras condi- ciones físicas y morales...”. (Tamayo) (*) CREACION DE LA PEDAGOGIA NACIONAL Capítulo XXXI Henos otra vez enfrente del indio, considerado ahora co- mo sujeto educativo, dentro de una pedagogía general y par- ticular. Lo primero que debe considerarse en este punto, como he- mos hecho ya con el mestizo, es la inteligencia. ¿Cuánta y có- mo es ésta en el indio? La inteligencia no es la facultad eminente y dominadora del indio. En vano se buscará en la raza los matices típicos de una inteligencia superior, cumo e la encuentra en otras estir- pes. Ni el ingenio y sutileza helénica, ni la claridad y brillan- tez gálicas, ni la fecundidad y facundia italianas, ni la profun- didad española, ni la solidez británica, nada de ello existe de manera sobresaliente y t:pica en el pensamiento indio. Ténga- se en cuenta que no estamos mirando al indio con los ojos del cretinismo miope de todos los tiempos, que no ve ni ha visto en la raza otra cosa que una nativa y definitiva estupidez. Por' un fenómeno de inversión frecuénte en estos casos, los que así nan visto, han confundido su propia estupidez con la ajena, y han creído vacía la czbeza india, porque la suya propia lo estaba. Tratándose de la inteligencia del indiío, tenemos que an- dar en un camino muy estrecho, y más bien difícil, de induccio- nes e intuiciones. Cuanto más concentrada e inaparente es aquélla, tanto más difícil es penetrarla y sondearla. Se anda sobre un suelo de finísima psicología intuitiva. El ensueño lí- rico parece no existir en el indio, y tampoco el sonambulismo (*) Creación de la pedagogía nacional, p. 27 (Ed. Biblioteca Boliviana, Se- gunda serie, Vol. No. 1, Ministerio de Educación, La Paz, 1944). Los ca- pítulos aquí reproducidos han sido transcritos de la citada edición. C