100 FUENTES Y GUZMÁN dilatadas y grandes sementeras de maíz y otras mu- chas y provechosas legumbres, con tanta suficiencia de tierra prolífera, que hay para descansadas remudas de sementeras; y así se ven de ordinario unos cua- dros cultivados y pulidos de la agricultura y otros Cubiertos de breña. Y subiendo más al segundo ter- cio de él, está poblado de montaña de tupida arbo- leda, que la hace muy; umbría y enlazada entre sí misma y de donde resulta mucha y muy fácil pro- videncia de excelentes e incorruptibles maderas, be- juco para los edificios de esta ciudad, pueblos de su falda y algunos de los potreros de su contorno; pero desde donde termina la arboleda, a los últimos tercios de su eminencia, no se puebla ni viste de otro género de hierba que no sea esparto; bien que el último filo de su remate es de lisa y desnuda peña, igualándose por todo el ámbito de su circun- ferencia de esta manera que hemos dicho. Entrase a la gran plaza que tiene arriba, y que en un tiempo fué lago, antes de la inundación de la Ciudad vieja, por uno de los portones por donde reventando fluyó al valle, que es el más transible de todos; mas, sin embargo, se baja mucho camino a la profundidad de su plano, y esto con no pequeño ni despreciable peligro: el hueco de él es a la ma- nera y forma de una caldera, que abriendo de arri- ba se va cerrando para lo bajo del plano que tiene, y se le miden en su asiento ciento y cuarenta varas castellanas de Norte a Sur, y de Oriente a Ponien- te ciento veinte, y de profundidad más de cien va- ras, y por toda la parte interior de su circunferen- cla cuatrocientas y veinte varas: bastante buque para depósito de las aguas que causaron estrago de la fatal inundación. Puédese andar por todo lo alto de su bordo, aunque con dificultad y peligro; y de cualquiera parte de aquella elevada cima se alcanza