RECORDACIÓN FLORIDA 93 en lo que tocaba, no sólo a la conservación de lo adquirido en máximas políticas de excelente razón de Estado, sino de extender y dilatar lo conquistado con el vigor de las armas en lo que de nuevo se descubriera; D. Pedro de Alvarado, no olvidado de la que llamaba patria suya, como parece de sus car- tas escritas por aquel tiempo a mi Cabildo de Goa- themala, solicitaba sus medros y adelantar los creces de su mayor esplendor; siendo uno de los mayores y señalados favores que alcanzó, en aquella corte de nuestros Reyes, la gobernación de este Reino, sepa- rada e independiente de la Audiencia Real de Mé- Xico. Y como representativo e inmediato de la real persona, que, como podrá discurrirse por lo que se tocará algunas veces adelante fué redimirse este Reino de un yugo insoportable; pues no siendo fa- vorable tener una Audiencia y Chancillería distante, como cuando estaba en Gracias a Dios, no poco in- conveniente, y molestia, menos alivio sería tener es- te recurso, siempre incierto, a la distancia de tres- cientas y treinta leguas, y estas impedidas con los peligros de salteadores, precipicios y atolladeros que, haciéndolos pesados, iban a tener su término en cre- cidos y superiores gastos. Fué esta jornada de D. Pedro de Alvarado a Es- paña muy favorable al lustre de esta ciudad; por lo que empezó a reconocerse libre de aquella sujeción al gobierno de México que, teniéndola brumada tam- bién la tenía, con la repetición y frecuencia de sus ministros no siempre fieles ni desinteresados, per- turbada en mucha parte de la paz pública de que gozaba; con lo cual se constituía en un estado di- choso: no siendo menos útil su jornada, al crédito de sus operaciones, siempre fieles y siempre genero- sas; porque a su vista se deshicieron los pueblos que se oponían a sus máximos lucimientos, quedan-