68 FUENTES Y GUZMÁN desmontó Don Pedro del caballo y el rey de sus an- das, y encaminándose para él, el Adelantado con mu- chas muestras de cortesía y estimación, y dándole en su mano una alhaja curiosa de plata, le dijo: «¿Por qué me pretendes hacer mal, cuando vengo a hacerte bien?» Pero el inocente y fiel Zinacan, entendiendo por medio de los intérpretes lo que se le decía, po- niéndose algo severo y demudado, agradeciendo con cortés demostración la dádiva, con gran severidad respondió: «Sosiega tu corazón, gran capitán hijo del Sol, y fíate de mi amor»; y prosiguió su razona- miento, diciendo en substancia, que todo aquel apa- rato de guerra, que había encontrado en el camino, no era prevención hecha contra los Teules (así lla- maban a los españoles. Dioses), sino contra sus pro- pios vasallos rebeldes, con ocasión de haber enviado un cobrador de sus tributos reales, a los pueblos cer- canos al señorío de los Sotojiles, y que este aleve, y mal advertido, siendo de la propia sangre real de los Toltecas de Tanub, con ayuda y confederación del Sotojil y el Quiché, que le daban calor, y le auxilia- ban para que hiciera reino aparte, se había puesto en arma para conseguir el perpetuarse y establecerse en el dominio usurpado. No le pesó al Adelantado, de oír esta relación de la boca del rey Zinacan, ni que el rebelde de Acpocaquil procurase mantenerse en su adquirido señorío; porque juzgaba, que divididos en- tre sí se disminuían en fuerzas, y que se hacía más menesteroso y apetecible de la parte del señor natu- ral, y que teniéndolos a raya, de esta suerte y pen- dientes de su arbitrio, podría más bien sojuzgarlos a entrambos; y así no procuró, por entonces, atraer al intruso Acpocaquil a la obediencia y amistad de Z1- nacan; dejándolos combatir entre sí: así por las má- ximas concebidas, como porque le llamaban nuevos cuidados y empleos militares, en que si bien no emba-