RECORDACIÓN FLORIDA 55 do sucedido todo, como hemos dicho, en las ba- rrancas de Olintepeque, arrimándose los indios al pie de un cerro, fué tanta la mortandad de indios que en esta ocasión hizo nuestro ejército, que la sangre de ellos corrió a manera de un arroyo desde la falda del monte adelante; quedando todo aquel sitio alagado en ella y cubierto de cuerpos y de es- pantosas adversidades a la memoria de los indios, que desde entonces al pueblo de Olintepeque le lla- maron Xequíquel, que quiere decir debajo de la sangre. Y a la verdad, aunque este estrago, que se hizo en ellos, fué grande, no fué menos el aprieto y conílicto en que se vieron los nuestros; porque en esta batalla parece que se aventuraba todo, a no ha- ber querido la piedad infinita de Dios favorecerlos, dándoles esta tan celebrada victoria, que no poco crédito y respeto les granjeó entre estas gentes. Y debe ser muy reparable en esta guerra, lo de haber hallado a la subida de aquella cuesta de San- ta María de Jesús la india hechicera, y el perro muerto, porque así como en el Santa Liga, en que estuvieron unidos para la conquista de la 'Tierra Santa los reyes de España, Francia y Inglaterra,” con que se les propuso aquella gran dificultad, a la entrada de un puerto, embarazada la boca con un navío ocupado de sabandijas, y bestias ponzo- ñosas, cogidas con encantos de nigrománticos en la isla de Chipre, y en que se mostró bien el valor in- nortal de nuestros católicos; no debe ser menos me- morable, en lo acaecido en muestras Indias occi- dentales, lo que pasó sobre la toma de Quetzalte- nango: porque viendo los indios de todo aquel país la constancia, valor e inflexibilidad de nuestros es- pañoles, procuraron valerse contra ellos de mayo- 20 Lope de Vega, Jerusalem Conquistada. .¿ a i X 1