52 - FUENTES Y GUZMÁN ve, bien que parece muy ligera para los accidentes y sucesos de la guerra, no es tan despreciable que no me obligue, después, a decir algo acerca de ello, si bien a los que nos miran tan lejos, como a extran- jeros, todo es desprecio, y disfavor. ". Pero adelantándose la marcha más adentro, y habiendo batido la campaña, con la caballería, se encontró el Adelantado y su ejército, con nueva y no menos peligrosa ocasión de ejercitar sus bríos, en una multitud atropada de indios armados, que, estando en atalaya, le cercaron y ciñeron el terreno de su escuadrón, que esperaba ser acometido en di- ferente forma; siendo muy peligrosos los pasos de aquel sitio, adonde ni podrían correr ni revolver los caballos a las escaramuzas, no excediéndose, no apro- vechan los jinetes de su manejo, en donde lo des- igual y peñascoso del sitio, hacía impedimento al gobierno de la caballería, colocada en lo más pen- diente y encimado del terreno y para el tomar la vuelta a la campaña, la hacía dificultosa por todas partes; o ya cortado el tránsito en pasos voladores o por su retirada pehgrosa y difícil, por lo pendien- te y desigual de su vía y aún la tabla de la llanu- ra, no aseguraba en estos sumideros, que en aquellas partes se hacen muy profundos, cubiertos natural- mente de espesísima grama, que se extiende sobre unos de aquellos profundos silos. Mas en este con- flicto, digno de ser ponderado, lleno de confusión y atrocidades, que ocasionaba la bárbara osadía de los defensores de aquella cuesta, los infantes espa- ñoles, con el uso de las escopetas, ballestas, espa- das y rodelas se afirmaron valerosamente con ellos y fueron, al mismo paso que se defendían y pelea- ban, descendiendo con ellos la cuesta abajo, hasta el sitio de unas barrancas, que éstas son las muy co- nocidas y frecuentadas, de Olintepeque, donde se