RECORDACIÓN FLORIDA 5 bles batallas de Suchitepéquez, y su costoso rendi- miento escribiremos detalladamente en la tercera parte, en la que trataremos de la conquista de aquel señorío, en donde entonces dominaba su principal señor. V _ Sin dar más tiempo a los ardores de Marte, mar- chó el ejército español en asedio de un nume- roso y excelente pueblo que se nombra Quetzalte- nango; mas si bien pueblo sujeto al Rey del Qui- ché, pero tan numeroso, y ostentativo en su gran- deza y aspecto material, que él, por si solo, podía ser tan grande, y estimable señorío, o ilustre corte de su Rey; mas antes de encimarse a las cumbres, que tienden las llanuras de su situación, se trabaron y mantuvieron otros reñidos y esforzados reencuen- tros, con los indios de este numeroso y alentado lu- gar, a que no menos concurrían otros tan numerosos como obstinados de su propio contorno, cuya ca- becera y corte se intitula Utatlán, que salieron a re- cibirlos a la campaña; en cuyas batallas, bien que manteniéndose constantes los nuestros, quedaron he- ridos muchos, con pérdida de tres caballos. Mas en el propio furor de las lides, así el propio caudillo D. Pedro de Alvarado, como los suyos, mataron e hirieron gran número de aquellos esforzados indios, y abriendo camino con las escopetas, y tiro de ba- llesta, tomaron el de una peligrosa y muy inaccesi- ble cuesta, cuyo camino es de legua y media, cono- cida hoy con nombre de la cuesta de Santa María Jesús; y al trepar y repechar lo agrio de la subida, fué con grande ordenanza y concierto militar y al llegar a lo último y más encimado de ella hallaron una india gorda, hechicera, y un perro muerto, de los que no saben ladrar y son buenos para comer, cuya especie permanece hoy bien conocida, como diré adelante; pero no pareciendo circunstancia gra-