46 FUENTES Y GUZMÁN indios poseen: que en materia tan ardua, y que no han averiguado varones grandes que lo han preten- dido, no quisiera extraviarme de la calidad que se pensara que quien ciñe una espada quiera hacer opi- nión; preciándome más de sujetarme a más califica- dos juicios, que seguir el propio dictamen. Pero co- mo quiera que ellos, sea que, en sus manuscritos dan razón de sí, he entendido de algunos amigos, religio- sos de mi patrón San Francisco, que administran los pueblos del Quiché y lo de $Sotojil, y mucha. parte de Goathemala, que es .todo cachiquel, que hacen memoria de Abraham en manucscritos; y así por esto, como por el color, pelo y barba erizada y tiesa, y la gran diversidad de lenguas que hablan, más parecen descendientes de los que se derramaron de la torre de Babilonia; porque, a más de lo dicho, son muy dados a edificar y en lo que hoy vemos erigido de los antiguos, reconocemos ser máquinas soberbias, y que, comenzando en sus pavimentos en forma muy dilatada de ámbito, van estrechando, conforme suber, a rematar en punta: especialmente se ve una de estas obras en el camino que va de Huehuetenango al de Tojog, de que se dará noti- cias de ello en la segunda parte, donde toca. Pero ya digo que para mi es materia muy apartada el intro- ducirme a esta averiguación; más es cierto, según re- fieren los manuscritos, de los mismos indios, que cuan- do nació nuestro redentor Jesucristo estaban ya po- blados en estas partes, por aquella maravillosa apa- rición, que fué patente y universal en estas Indias, y en todo el mundo, de los tres soles que se vieron en el Oriente, y se juntaron en uno llegando al punto del zenit; con que, en mi sentir, poseyeron la tierra antes de la conquista dos mil años o cerca de ellos, y acerca de lo que proponemos de ser babilonios, en la segunda parte daremos entera razón de lo que