NAA r RECORDACIÓN FLORIDA MA zadas y ricas y de varias plumas y de muchos sar- tales de chalchiguas, que « casi es lo que en - nosotros vidrios. Capítulo VII QuE CONTINÚA Y CONCLUYE LA MATERIA ANTECEDENTE Con estas fúnebres ceremonias (al fin como cosa del demonio), el más superior de aquellos infames ahquies o sacerdotes, sacrificaba las aves y animales, y demás asquerosas obscenas inmundicias ofrecidas al ídolo, en que no se dejaban de sacrificar hombres, como se testifica por el sacrificadero del Quiché; de la sangre de cada animal, ave o persona, tomaba el ahqui con la mano y rociaba tres veces al ídolo “ como asperjándolo: esto con grandes ceremonias y conjuros, para engañar y suspender más a aquella nación erradamente ciega: y luego, con los mismos embustes y aparentes ceremonias, esparcía de aque- lla sangre hacia el sol, buscando el sitio donde se hallaba, para asperjarle y ofrecerle aquel sacrificio; en que parece por esta ceremonia que también de- bían de atribuirle algún género de deidad. Así se solemnizaban o celebraban estos sacrifi- cios, y así también celebran hoy las festividades de los santos que llaman Guachibales; danzando en torno, con el tesón que adelante diremos, adornados de las mismas galas que usaban en aquel engañado tiempo: pero sus cantares se reducen a la alabanza . de los santos, refiriendo y representando sus mila- grosas historias, compuestas por sus ministros. Pero en sus sacrificios gentílicos, después de haberlos per- feccionado en sus ceremonias bárbaras, repartiéndo- F