40 FUENTES Y GUZMÁN trario, si sucedía infortunado suceso, y volver a su tierra vencidos, también era el lugar donde hacían alto, el de la campaña de donde habían salido, y en v él hacían mansión otros treinta días, llorando, y P rasgando .sus- vestiduras; y por, última ceremonia y N demostración de tristeza, y desconsuelo, rompían las E flechas, macanas, y varas tostadas, y deshacían las sD plumas, y fragmentos de las rodelas al aire, maldi- * ciéndolas, porque ellas tenían enojado a su Dios Ex- e balanquén porque eran pecadoras, y malditas, y ha- E cían otras que fuesen inocentes, y que agradasen a ' su dios, y con esta última ceremonia quedaban des- ped1dos de la guerra. _ Formábase, para estos infames y torpes sacrifi- ; cios, una larguísima y grave procesión, que con acom- pasada pausa y dilatado movimiento (en que consis- tía su mayor gravedad) se encaminaba al sitio del sacrificadero, llevando en hombros al abominable ee ídolo los más autorizados personajes y ahaguaes de las repúblicas. Esto era en los sacrificios umversales que enla otra manera, que nos falta de proponer, que eran particulares, a devoción de algún ahau, no se gastaba tanto tiempo ni pompa; pero no por eso dejaban de ser solemnes y muy celebrados. Mas unos y otros eran ejercitados de un modo; porque caminando con mucha música de flautas melancó- licas, atabales, pitos y caracoles, que hacían esta composición de estos instrumentos una música más aína molesta que armoniosa, y llegando al sacrificade- ro, danzaban en torno, como hoy danzan los de los te- ponaguastes (que adelante diré qué género es de instrumentos), cantando, en desentonada y triste voz, las cosas memorables de su nación y hechos más heroicos y acreditados de sus mayores, y el culto que éstos habían dado a sus torpes y mentidas deidades. Vestíanse y adornábanse para esto, de mantas mati-