32 FUENTES Y GUZMÁN ños y pobres en sus milpas: de cuyo género de gentes no podrá decir España que no ha tenido algunos, pues los Batuecos, descubiertos en nuestros tiempos, no eran menos agrestes que estos de quienes habla- mos. FPero aunque eran así algunos, especialmente en algunas partes de la costa, ya conquistada, en las cabeceras de las cortes y pueblos numerosos de ellas, no se hallaban por nuestros españoles sino indios muy dados a lo político y esmerados en las artes; de que tuvieron conocimiento, y hubo y hay entre ellos, especialmente en la parte de los nobles y principales indios, muy buenas capacidades, con don excelente de gobierno y de muy buena y entera razón, de que en la segunda parte se verán admirables ejemplares, de indios que pudieran lucir sus gobiernos, no sólo como lucían en sus repúblicas y pobres pueblos, sino en provincias y pueblos dilatados, con excelentes aciertos y enlace en la política cristiana, ejercitando obras paternales, en el miserable común de sus pue- blos; sino que el no entenderles su idioma, y el estar ellos tan apagados y distantes de la memoria de sus principios, los hace parecer algo menos que brutos, siendo, no sólo contra razón, sino distante de la cari- dad el pensarlo. Porque me es preciso decir que, sien- do ellos de dócil natural y muy humildes, es culpa grande no sólo de los ministros eclesiásticos, sino mu- cho mayor de las justicias seculares, el que no sean mejores, poniendo más cuidado; pues Dios se los ha encomendado, en que tengan más puntual educación y advertencia en su puerilidad, sobre que tan apre- tadamente y con tanta católica piedad hace repeti- dos encargos el Rey nuestro señor, por suscritas y continuadas cédulas que con frecuencia se hallan en la recopilación de los archivos y secretarías eclesiás- ticas, y de las de cámara y gobierno.