RECORDACIÓN FLORIDA 9 nuense diciendo: «Bernal Díaz del Castillo, vecino é regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Goathemala, uno de los primeros descubridores de la Nueva España y sus provincias, y cabo después en lo de Honduras e Higueras, que en esta tierra así se nombra, natural de la muy noble e insigne villa de Medina del Campo, hijo de Francisco Díaz del Cas- tillo, regidor que fué de ella, que por otro nombre llamaban el Galán; y de Doña María Díez Rejón que hayan santa gloria», etc.; y comienza el primer capítulo de lo impreso, sacado a luz por el P. M. Fr. Alonso Remón diciendo: «El año 1514 salí de Castilla en compañía del gobernador Pedro Arias de Avila, que en aquella sazón le dieron la goberna- ción de Tierra-firme», etc. En que se ve, que si ya sus elevados heroicos blasones, quede agraviada, obscurecida, su no- toría, segura fama; mas ya que arrojado temerariamente he de en- golfarme en tan inmenso, y sobrado de variedades, piélago, y eñ un compendio de todo, que ennoblece, autoriza, y constituye gran- de este ilustre Reyno, quedará esta bronca relación informe; mas por padrón perpetuo de mi acreditada, atrevida firmeza, que por decente autoridad de tan seguras verdades; mas por obsequio de mi fideli- dad amorosa, que por culta apacible reseña, y competente, propor- cionado diseño, de tanto lucido cúmulo de generosas, raras, pere- grinas noticias, que por incuria de la más sencilla ancianidad venera- ble, más que por injuria de los decrépitos, desacabados tiempos, se encubre, ciega, y escasa, a la que en los mortales “se apetece noticia, obligando, a mi escogida, limitada pluma, a tomar el remontado vuelo de tan ilustre distante meta, de la que no se, si la encogida, recatada, modestia, de mi valbuciente, torpe y grosera pluma, atinaba para que el acierto le: concilie el momento de his- toriar de que desconfio; sin embargo que temeroso me muevo a la empresa de tan heroico, generoso asumpto, aunque las dificul- tades de las noticias distantes, por ancianas inciertas; son tantas, y se propoñen, y aun oponen tan graves, pesados y molestos impe- dimentos, que. una multitud decrépita, de años todos envueltos en el más ardiente y vivaz furor de las armas; o-entregados con lásti- ma a la codicia, omitieron y descuidaron los principios con que des- cubrir modo de enmendar ciertos, y perpetuar seguros, a lo inco-