FUENTES Y GUZMÁN del tiempo, pudieron escondérseles a la noticia por la distancia de las leguas y lo revuelto de aquellos tiempos, que aunque hoy están tan distantes de nues- tra edad, el mayor manejo y trajín las han ido des- cubriendo, hasta dejarlas patentes y bien averigua- das; dejándolas sin rastro de duda ni recelo para lo que hoy puede escribirse. A que se agrega el que, en lo que escriben Gómara, Illescas y el obispo Pau- lo Jobio, como lo propone y asienta mi Castillo en el preámbulo preparatorio al lector, se apartaron de lo cierto y seguro de las noticias, como lo hace el reverendo obispo de Chiapa Fr. Bartolomé de las Casas escribiendo con sangre; y ahora nuevamente se defrauda en el primer capítulo de lo impreso. En lo que parece del borrador original, empieza el ama- ciega variable diosa, hizo la rotulasen los apartados antaños siglos, en las lustrosas vivaces láminas de la inmortal historia, por alguna particular estimable prerrogativa, o por alguno de sus heroicos, aman- tes. hijos, a cuantas remotas dilatadas provincias visita el claro lu- ciente Febo, desde que :ilumina con oro el cándido nevado ve- llón del Aries, hasta que en el Ocaso de su cristalina, escarchada tumba, retoca, a rayos el escamado tornasolado Picis, . ocupando la vaga apacible región del aire, con repetidos sonantes ecos, que redo- bles de su dorado hermoso clarín en sus elogios inmortales anima; sólo a Goathemala, dilatada, fertil, amena región de América, en quien se une lo ilustre, con lo devoto, lo rico, con lo modesto y lo ostentoso de su erguida sumptuosa material machina, que con las de Memphis, Egipto y Roma, sino aventaja, compitiendo se iguala; só- lo a Goathemala, emporio de virtudes, colonia ilustre del dilatado abundante Reyno de España, ha faltado pluma, que la eternice a los siguientes futuros siglos, y se recomiende en la inmortal segura lima del molde a la posteridad su memoria; solo a Goathemala el eco del más gravado pulido cañón dorado, ha negado el aplau- so y la gratitud de su salva, quizá porque ella benévola, cuanto grata, y sin igual provincia, a ninguno por estraño desdeñada, se niega, y ya que hubo pluma que peinase a vuelos el fácil diáfano elemento del aire, que de poco elevado remonte, en la cortada insu- ficiente mía, pues discurro advertido, y prevenido creo, que fué des- tinada, conducida a este asumpto; porque solo en lugar de elogiar